En algún lugar de la frontera Songhai-Polaca, año 1310...
Los pensamientos se amontonaban uno tras otro en la cabeza de Mohamed:
¿¿Cómo era posible?? ¿¿Cómo había sido capaz la Bruja Arpía de traicionarnos así??
Maldita traidora embustera. Con la diestra nos propone amistad, agasajos y prebendas, mientras con la siniestra nos apuñala por la espalda.
- ¡No os detengáis ahora hermanos! - Gritó Mohamed a pleno pulmón - ¡No podemos abandonar ahora!
Las tropas Songhais a duras penas podían avanzar a través de la Gran Muralla polaca, desde la que llovían flechas incendiarias y aceite hirviendo. Los desgarradores gritos de dolor de nuestros hermanos sólo eran seguidos instantes después del más pavoroso de los silencios. El ataque Shongai, ya de por sí temerario, comenzaba a desmoronarse al abrirse un nuevo frente por el que ya asomaban unidades inglesas, equipadas con el mejor armamento que existía.
¿¿Y qué pensaría César de todo esto?? Si él también nos traicionase, puede que todo estuviera perdido.
- O no, Mohamed - sonreía Alí enseñando sus blancos dientes.
El líder de los Songhai sacudió la cabeza sorprendido:
- ¿Me lees el pensamiento Alí?
- No olvides que soy chamán, hermano - guiñó un ojo
- ¿Y qué más sabe el chamán? - Respondió sombrío - Alí, nuestra situación es más que preocupante. Habla.
Varias unidades camufladas saltaron como relámpagos sobre una infantería polaca, que simplemente dejó de existir.
- Dime Mohamed, ¿por qué estamos en guerra?
- Bien lo sabes Alí, por honor. Casimiro nos traicionó. Y ahora la Bruja, por segunda y última vez.
- ¿Y qué puede haber mejor que morir con honor?
- No morir Alí, no morir...
- ¿Y si así fuera Mohamed? ¿Y si venciéramos a Polonia y marchásemos a incendiar Londres?
- Harían canciones de semejante gesta. - Mohamed esbozó una leve sonrisa - Sería inaudito que una sola civilización venciera en combate a los traidores y a la vez.
- No está todo perdido. - Acercó su boca al oído de su hermano - Escucha...
El chamán susurró en el oído a Mohamed, que escuchaba con los ojos abiertos como platos. Cuando terminó de hablar, se separó un paso de su líder y le observó esperando una respuesta.
- ¡Podría funcionar Alí! ¡Aún hay esperanza!
- Claro que hay esperanza, ¡los Dioses estarán con nosotros!
- Entonces podríamos darles de comer a los cerdos a Casimiro y a ese Lord Lemansky.
- Pero a la Arpía la necesitamos viva Mohamed, no lo olvides.
- ¿Viva? ¿¿Para qué??
Oculto de los matorrales de al lado salió una figura esquelética, cuyos brazos perfectamente podrían haber sido confundidos con las ramas de aquel matojo. El viejo esquelético zanjó:
- Dos cabras y una oveja Mohamed. - Alí miraba divertido la escena - Te ofrezco dos cabras y una oveja si me la das en matrimonio.
Apunto de estallar de la risa Mohamed preguntó:
- ¿De verdad te casarías con esa arpía pellejuda, viejo?
La desdentada boca del viejo parecía hacérsele agua:
- La llaman la reina virgen Mohamed... Virgen...